3 abr 2007

Set The Controls To The Heart Of The Sun


Over the mountains watching the watcher,                    
Breaking the darkness waking the grapevine
Knowledge of love is knowledge of shadow,
Love is the shadow that ripens the wine
                                      Sid Barrett



Sabía algo. Sabía acerca de viajes. Había hecho muchos, tantos que perdió
la noción de número como ente abstracto y ganó con ellos infinitos amigos. Ellos tenían
color, forma, significado y sonido, pero al ser infinitos, no había repetición (no podía
decir/pensar dos iguales por que al decir dos los habría convocado).Todos estaban
allí, junto a él, permanentemente, de manera eidética y sin embargo ausentes; decir raro
no servía, siempre fue raro, especial menos todavía.
En su pasado, ya lejano, en que había acudido a las escuelas del saber, alguna noción
acerca de Oudos lo alcanzó a conmover, pero fue casi tan inmediata su inserción con
las realidades de la matemática en las músicas que escuchaban y tocaban a su alrededor
que no llegó a saber cuando lo había sabido.Si bien no era la cuestión del vacío lo que lo
preocupaba cuando era tocado por sus compañeros de viaje, seguía sintiendo esa
angustia extraña cuando miraba hacia fuera y se sentía observando a sus observadores.
Susurró frases que se deslizaron entre las burbujas que recorrían su sistema
nervioso, buscó y buscó con mas ahínco.
Ya no tocaba músicas, solo las entremezclaba en su viaje permanente.
Cuándo también perdió significado, los números son cantidad solo cuando se los usa
en dimensiones discrétas.
Ahí supo algo mas: estaba solo.
Solo hubo una irrupción mas, cuando ese ser que ahora veía tan
extraño le dijo: Encontraste el secreto demasiado rápido.

1 abr 2007

1978


No fue un buen año, ni ese ni los que nos llevaron hasta ese ni los que vinieron después, y esta historia es de esos años, si bien no de los grandes hechos de esos años. Como lo escribió Ursula K. Le Guin “…una llave es una cosa pequeña comparada con la puerta que abre.”


Mi hermano y yo estábamos haciendo migraciones en el aeropuerto, resueltos a no volver si lo que se daba ya como seguro sucedía en la frontera del sur, dispuestos a rebuscarnoslas como fuera, a ser torazos en rodeo ajeno si hacia falta.

Un abrazo a las apuradas a los viejos, para no tener que decir nada que nos vendiera en las intenciones, impregnadas de aventura, pero una personal, distinta a lo esperado y desconocida aún para nosotros mismos.

Abordamos casi los primeros a ese avioncito de LAB y nos mordimos de ansiedad los puños al ver que no subía nadie mas, esperando durante mas de una hora eterna ver subir a los milícos de un momento a otro e imaginando como nos iban a sacar a la rastra. No, era un inconveniente con la documentación de otros que retrasó todo, y él mirando por la ventanilla.

-. Flaco, vos volaste ya no?

-. Si mannn, tranqui, el Lord nos cuida mannn.

-. Pero flaco… ¿estas seguro que los aviones son seguros?.

.- Uhhh loco, estas repálido mannn, ponéte en el verbo y vas a ver que todo fluye.

Pero el loco no sé en donde se puso, por que cuando el B727 despegó, su cara fue una que no le conocía, y fue la misma durante todo el vuelo y todo el tiempo siempre, alguien que estaba frente a su lugar en el mundo. Bueno… frente a la cita con su lugar en el mundo. Pero… ¿que sabíamos nosotros de eso?, simplemente huíamos, nos cargábamos a todos los milícos del planeta en ese vuelo, nos fabulabamos un trip ácido en la costa oeste y nos reíamos con esa capacidad increíble de “aquí y ahora” puro.

Te acordás man?... Sí, hoy vi que sí, que nunca dejaste de acordarte de ese momento, que lo llevaste en tu alma todo y cada uno de los días desde ese momento.

Hoy te ví en el amanecer sobre las nubes de Córdoba, me pusiste la mano en el timón y me dijiste es tuyo flaco, llevalo.

Una vez mas, te nombro hermano.